Te recuerdo de antes, dulce y afable
te recuerdo entre luces y entre los mechones cortos que adornaban tu frente
una mirada tierna, inocente, llena de infancia y de incertidumbre
para ti una sonrisa bastaba para ser dueña del mundo.
Te recuerdo entonces como ahora, dulce y comedida
con el blanco de tu piel y tus labios carmesí
con la ansiedad que guarda el tiempo
o con el desespero de una brisa vespertina.
Te siento cerca y mi voz calla, palidece
le duele no saber explicarte o explicarme
que en ti esta la misma a quien mis abrazos aferrarían sin mesura.
Eres igual, aquí o allá eres lo mismo, la mas bella y lo imposible sería negar,
como borrarle el azul al cielo o como quitarle las mariposas a las flores,
si fueses un ocaso me vestiría de nube para estar cerca de ti
y por cada estrella que naciese en el horizonte, susurraría tu nombre
y cantaría hasta hacer de ti otra luna o algo eterno en las noches de mi cielo.
Eres la mas hermosa, no hace falta convencerse
tu misma lo afirmas con tus pasos, con tu cuerpo,
con los mechones de tu cabello resbalando en tu rostro
con tu voz de inefable melodía que mis oídos adoran en silencio.
Te encuentro entonces en mis pensamientos, como te encuentro en una flor
una luciérnaga, una rayo de sol o una ola, sencilla pero infinita.
Entiendo entonces que tu silencio es como naufragar en el olvido
mis palabras no bastan para expresar y menos mis letras
lo que significaría vivir reflejado en tus ojos.
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