Tras un sorbo cálido, de aquel café,
Levanto mi frente y ajeno a mi voluntad
no puedo evitar que mis ojos busquen su presencia
¿cuantos suspiros persiguen sus pasos?
¿a cuantos incautos se les habrá fugado un
“la quiero”, pero en el silencio?
¿Será consciente de lo hermosa que es?
Hay momentos en los que encuentro su mirada cautiva,
otras veces me hallo sumergido en su sonrisa
Y aunque se sacudan las olas de la calma
el silencio irrumpe de repente, cuando, sin querer
Me veo absorto en su presencia.
¿Que esconden sus pupilas?
Para ella es fácil imbuir en algún distraído
el deseo de querer descubrir su alma
No es raro, yo mismo he sido testigo
Del nácar en su piel, de la armonía infinita
en su delgada contextura,
de la musa que se balancea en sus palabras.
Pensar en eso desafía mi sensatez
Y ahogo en un cálido sorbo la ilusión
Pero exijo mi derecho soñar
Porque he visto algún pensamiento aferrado
a los pliegues de sus labios.
Así es ella ¿o como será?
¿Es amable con la brisa, con las flores
y con el rocío en los pétalos de la esperanza?
Cuantas violetas habrán sucumbido al verla pasar
O cuantos corazones anhelan verla suspirar?
Mi mano se posa en mi frente
Y en otro sorbo, menos cálido pero de igual arrullo
Me traigo de vuelta, a la realidad que me abraza
Porque solo sé lo que me han dicho sus ojos,
Sólo comprendo lo hermosa que es su sonrisa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario